En aquestes línies us deixem els arguments de l’Alex Arizkun per no prioritzar el creixement de Som Energia:
«En el mercado eléctrico existen economías de escala y existe una tendencia al crecimiento de las empresas eléctricas para conseguir el dominio del mercado. En esta situación, si solo perseguimos objetivos de dominio del mercado, es razonable una política sin límites de crecimiento. Pero, ¿que ocurrirá si nuestros objetivos son otros? La consecuencia es que hay que reflexionar sobre las ventajas del crecimiento y sus inconvenientes para ponernos límites que no nos separen de nuestros objetivos. Entrar en la lógica unilateral de que el crecimiento nos dará más poder no nos conducirá acabar con el oligopolio, todo lo más, nos conducirá, si tenemos éxito, a incorporarnos a él.
Pero nuestro objetivo no es crecer para tener más beneficios influyendo a nuestro favor sobre los precios en el mercado, sino colaborar en la transformación del modelo energético. Somos una organización sin ánimo de lucro, pero no solo sin ánimo de lucro personal, también sin ánimo de lucro colectivo. No se trata de ganar mucho dinero para ponerlo al servicio del cambio de modelo. La clave más importante para cambiar el modelo es la presencia de muchas personas reflexionando, elaborando, actuando sobre ese cambio de modelo y el conjunto de problemas con que se enfrenta nuestra sociedad.
Por esta razón será interesante repasar cual ha sido la influencia de nuestra experiencia de crecimiento hasta la fecha sobre la transformación del sistema energético. ¿Hemos avanzado algo en conseguir un modelo más distribuido? ¿Hemos mejorado la equidad del modelo energético? ¿Estamos en un mundo energético algo más sostenible? ¿El sistema energético está hoy más al servicio del ciudadano que de las empresas del sector? ¿Estamos hoy en mejor situación para conseguir esos cambios?
La cercanía a un modelo más distribuido. Las dificultades normativas para impulsar instalaciones de generación eléctrica renovables nos ha conducido a potenciar proyectos de gran tamaño de gestión centralizada frente a experiencias distribuidas: por ejemplo el autoabastecimiento.
La mejora en la equidad del modelo. La Asamblea ha afirmado su voluntad de abordar el asunto de la pobreza energética, pero poco se ha avanzado. ¿Quizá porque se piensa que una empresa no debe actuar en política? Si nos autolimitamos en nuestra acción política en un asunto que es primordialmente político el único marco de acción que nos queda es organizar ayudas caritativas para las personas que tengan dificultades energéticas.
¿Hacia un modelo más sostenible?. La presión para buscar la rentabilidad nos ha conducido a rebajar las condiciones que nos habíamos autoimpuesto para los proyectos de instalaciones que vamos a abordar. Hemos arrinconado la cercanía entre generación y uso abriendo un abismo entre la electricidad renovables generada y la electricidad consumida.
¿Tenemos un modelo más democrático al servicio de los ciudadanos?. Uno de los hallazgos espontáneos de Som Energia fue tantear la construcción interna de espacios de participación de los socios. El acierto que tuvimos en esa dirección radica en que no solo hay que construir un modelo energético más democrático, sino que hay que hacerlo a través de mecanismos democráticos. La participación, deliberación y toma de decisiones del mayor número de socios posible es la garantía de ese proceso democrático. Estamos hoy en la encrucijada de fortalecer, asentar y potenciar ese hallazgo o subordinarlo a la eficiencia económica y al objetivo de aumentar los contratos. La alternativa es qué priorizamos: socios activos o clientes pasivos.
Nuestra situación como cooperativa para colaborar en el cambio de modelo. No hay duda de que hemos conseguido algo muy importante: la supervivencia en un mundo económico e institucional hostil y agresivo. La atención a la rentabilidad como elemento de supervivencia está teniendo éxito y este éxito ha venido ligado a nuestro espectacular crecimiento en número de socios. Sin embargo, esto nos ha hecho dejar aparcada nuestra reflexión y avance en la transformación del modelo energético. Ahora el reto está en elegir entre dos vías posibles:
1º seguir potenciando la vía que hemos hecho bien (búsqueda de más eficiencia económica y aumento de tamaño por la vía del crecimiento del número de contratos dando más pasos alejándonos del funcionamiento cooperativo y aumentando nuestro carácter de comercializadora empresarial) o
2º dedicar más esfuerzos a nuestro papel transformador (anteponer la mejora cualitativa a través de nuestra reflexión colectiva y potenciado la acción de los grupos locales para encontrar vías de avance en el cambio de modelo).
El gozo en un pozo
Podemos pensar que la simple pertenencia a Som es una fuente de goce. Tengo que reconocer que durante tiempo he compartido ese goce de pertenecer a Som, mientras que he visto a Som como un instrumento para trabajar hacia una sociedad mejor, pero también que ese gozo se ha ido transformando en preocupación cuando veo que los objetivos transformadores se van difuminando, se van sustituyendo por la orientación de expansión comercial, cuando vamos cambiando nuestra actividad cooperativa para suministrarnos energía en actividad comercial de compraventa de electricidad. Sé que algunos piensan que eso nos permite tener más poder de mercado para transformar el modelo, pero en mi opinión no deja de ser una ingenuidad. El modelo energético no se cambia con poder de mercado sino con poder social y este no se consigue con muchos clientes pasivos. Mi preocupación ha ido aumentando cuando he percibido que mi oportación voluntaria sin contrapartida material (y la de todos los socios activos) para colaborar en la transformación se ha ido convirtiendo en mano de obra gratuita para la expansión comercial de Som ¿Quizá esta percepción está por detrás, también, de esa disminución del activismo en Som?
De buenos y malos
El «rescate» de personas del oligopolio solo puede entenderse desde una concepción maniquea del mundo: esto es una batalla entre buenos (que por supuesto somos nosotros) y malos (el oligopolio). Pero si miramos más de cerca la cuestión nos daremos cuenta de que la cosa no es tan simple ¿nosotros somos buenos? Nosotros somos a veces buenos y a veces malos, porque el criterio de determinación ético no son la intenciones sino el acomodo de nuestras acciones a una jerarquía de valores que creo que compartimos. Nosotros seremos buenos, no a priori, sino si acertamos a construir un mundo mejor. Si conseguimos crecer en clientes diluyendo nuestra actividad transformadora al final podremos ser muy grandes, podremos ser parte del oligopolio (conjunto de empresas con influencia de mercado), pero seremos iguales que ellos y si seguimos «rescatando» clientes podremos llegar a ser un monopolio… ¿y para qué? Estoy convencido que muchos defensores del actual sistema energético tienen buenas intenciones (se creen que un valor central es la seguridad en el suministro porque la felicidad se consigue obteniendo suficientes bienes materiales, qué la sostenibilidad se alcanza comprando coche eléctrico, que haciendo individualmente pequeños actos de ahorro está el problema resuelto…) No, la cuestión no son las buenas intenciones…no yo no creo que haya que ir de bueno, creo que hay que trabajar y luchar para defender ideas y valores distintos.
De este modo no se trata de hacer empresas de economía social muy grandes, sino utilizar la experiencia a través de la acción que nos permite trabajar en ellas para ir encontrando la senda que nos dirija colectivamente hacia ese mundo mejor al que aspiramos.
Dinero o personas
Otra aparente ventaja que tiene aumentar los contratos es conseguir dinero para financiar nuestra actividad. Sin embargo en mi opinión, lo fundamental es conseguir personas que estén dispuestas a trabajar activamente en la transformación. Naturalmente que el dinero no viene mal, pero si renunciamos a ofrecer cauces de actividad a las personas para atraerlas al trabajo tranformador para conseguir dinero hemos entrado en una dinámica perversa. Esto nos ocurre, por ejemplo, cuando discutimos sobre la pobreza energética. Quizá porque se piensa que somos una «empresa» que no debe trabajar en el terreno político solo se nos ocurre aportar dinero o a los afectados o a otras organizaciones «externalizando» nuestras acciones (aunque esto no es externalizar sino poner dinero para lavar nuestra inacción).
El camino es difícil y no es claro. No responde a un protocolo establecido, sino que tenemos que descubrir el camino, a veces en contra de nosotros mismos que, sin darnos cuenta, hemos interiorizado valores que el neoliberalismo ha hecho calar en la sociedad, por ejemplo el individualismo. ¿No responde a esa aceptación por nuestra parte de la vía individual cuando nuestra exclusiva política de ahorro energético es dar informacióna los socios sobre su consumo para que cada uno actúe por su cuenta?
Por este conjunto de argumentos no parece una buena vía crecer en número de contratos, cuya legitimación es, en mi opinión, exclusivamente la supervivencia económica y, una vez alcanzada, seguir por esa vía no hará otra cosa que alejarnos de nuestro objetivo transformador. Sin embargo, no debemos excluir otros crecimientos: la generación de origen renovable y el número de socios activos.
En este camino, me parece que ya ha llegado el momento de potenciar nuestra mejora cualitativa y dejar de lado la orientación hacia el crecimiento cuantitativo de numero de contratos, que tuvo su justificación para garantizar nuestra viabilidad económica, pero que una vez conseguida, se transforma en un obstáculo al separarnos cada vez más de nuestro impulso transformador.»
Alex Arizkun
Presidente Consejo Rector Som Energia
No te comas el coco Alex, hay que parar el Cambio climatico y la emisión de CO2 ¿como? Pasando cada vez más personas a las energias alternativas. De momento vengan de donde vengan.