Tres socios de las cooperativas Som Energia y EnergÉtica, además de las labores habituales activistas-sociales, han venido realizando desde el año 2014 un seguimiento y análisis del fenómeno de las cooperativas de energías renovables en el país. El resultado de su trabajo ha sido publicado recientemente en la revista científica Energy Policy, bajo el título “Renewable Energy Cooperatives as an Instrument towards the Energy Transition in Spain” (Las cooperativas de energías renovables como un instrumento para la transición energética en España). A continuación, transcribimos sus palabras en torno al mismo.
Hemos tratado de resumir lo más importante de la investigación en el siguiente post, no obstante para aquellos interesados en expandir o encontrar las referencias sobre las que nos hemos apoyado, os remitimos al texto completo (en castellano aquí, y en inglés aquí – allí encontraréis también nuestros datos de contacto).
Entendemos que la crisis de sostenibilidad es un problema técnico y social. Partiendo de esta premisa, el modelo cooperativo basado en energías renovables presenta claras ventajas frente al enfoque habitual tecnocrático basado en la generación y propiedad centralizada de la energía, permitiendo aprovechar el potencial transformador de las energías renovables debido a su modularidad y capacidad de generar energía a nivel local, permitiendo el desarrollo de iniciativas democráticas y participativas. Por otro lado, el modelo cooperativo facilita la propiedad y gestión colectiva de la energía, socializando el problema energético y su conexión con nuestro modo de vida y los impactos que provoca en nuestro entorno.
Aunque nos dedicamos profesionalmente a la investigación, cuando nos involucramos en el activismo energético-renovable-cooperativo nunca pensamos que acabaríamos congeniando ambos espacios. Sin embargo, en el día a día de la organización de los diversos eventos de difusión y promoción, surgió una curiosidad por conocer cómo estaba el panorama en otros países de nuestro entorno, así como en otros lugares del estado. Nuestras circunstancias personales nos circunscribian a los entornos de Bilbao y Valladolid, a través Som Energia-Energia Gara y EnergÉtica, pero solo con levantar la cabeza nos quedó claro que algo se estaba moviendo a una escala mayor y decidimos analizarlo de una forma sistemática. Dado el panorama en constante y rápida evolución de las cooperativas de energías renovables (a las que aquí nos referiremos como “CER” para abreviar), la tarea resultó extremadamente compleja a la vez que apasionante; mucha de la información no existía, ni en medios online ni escritos. Como muestra de esta rápida evolución, en nuestro primer análisis en 2015 las CER en España sumaban unos 25.000 socios y gestionaban uno 30.000 contratos. Los últimos datos, estimados de forma conservadora, indican que ya se han superado los 60.000 socios y se acercan a los 100.000 contratos. En fuerte crecimiento. 17 CER componen actualmente la “Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Energías Renovables”.
Sin embargo, este despliegue no ha sido para nada fácil. De hecho, estas organizaciones, creadas en esta misma década, han tenido que lidiar prácticamente desde su nacimiento con un viraje drástico en las políticas públicas en relación a las energías renovable. Por ello, la primera parte de la investigación se dedicó a analizar la evolución del mercado eléctrico y las políticas públicas en relación a las renovables. En particular: ¿es correcto asignar el déficit de tarifa a las nuevas renovables? Entender esta cuestión es vital para entender el “magma” en el que estas organizaciones se han desarrollado. La segunda parte la dedicamos a profundizar en el potencial de estas organizaciones para contribuir a una transición a renovables basada en una producción democrática, sostenible y descentralizada.
Esperemos que os resulte interesante.
1. Políticas públicas en relación a las renovables
Hasta el año 2010-2012, las renovables gozaron de un gran apoyo institucional que convirtieron a España en una “paraíso” para la inversión en renovables. Sin embargo, a partir del año 2012 el panorama cambió drásticamente. Tanto en la prensa como en la literatura científica, se explica/justifica las barreras introducidas desde el año 2012 a la nueva instalación de renovables principalmente como una respuesta al sobredimensionado de las primas a éstas que habrían provocado el célebre problema del déficit de tarifa (que llegó a alcanzar cifras estratosféricas, 26.000 millones de euros en 2013).
Aunque las políticas desarrolladas para promover algunas de las tecnologías de energía renovable mostraron algunos inconvenientes, no es correcto asignar toda la responsabilidad del déficit de tarifa a las nuevas instalaciones de energía renovable. De hecho, el desajuste comenzó ya en el año 2001, cuando el porcentaje de electricidad de las nuevas renovables era insignificante; las primas al régimen especial representan tan sólo una parte del coste total del sistema eléctrico (aproximadamente, el 35% en el año 2012). Además, no hay que olvidar que los incentivos al régimen especial también incluían primas sustanciales a recursos energéticos no renovables (incineración de residuos o cogeneración, principalmente a partir de gas natural). Por otro lado, el diseño del mercado hace que un aumento del suministro de electricidad proveniente de las renovables tienda a reducir el precio de la electricidad en el mercado, lo que tiende a compensar el coste de las primas. Así, las causas de este déficit de tarifa son diversas y, dada la falta de transparencia de numerosos costes del sistema que no están completamente justificados, mientras no se realice una auditoría pública no será posible identificar las causas, así como la importancia relativa de cada una de ellas (iniciativas que han sido rechazadas hasta ahora en el Congreso).
Como se muestra en la figura inferior, las empresas tradicionales agrupadas en el oligopolio UNESA poseen la gran mayoría de las centrales de fuentes convencionales del país, y en años recientes centraron su esfuerzo inversor en fuentes no renovables como el gas natural mediante centrales de ciclo combinado. Su participación en las renovables fue minoritaria, siendo extensa la propiedad en manos de agentes tradicionalmente ajenos al sector energético. Coincidiendo con éste proceso de expansión de potencia fósil y renovable, la crisis de 2008 conllevó una importante reducción en el consumo energético del país, lo que provocó que las renovables desplazaran a la generación del régimen ordinario (al tener costes variables nulos, las fuentes de energía renovable entran en el mercado antes que las fuentes de energía fósil, cuya operación conlleva costes de operación y de combustible). Las nuevas y caras centrales de gas, estaban funcionando bajo mínimos e incurriendo en pérdidas. Así, la disposición de todas las piezas del puzzle revela que el relato de que el déficit del sistema fue causado por el apoyo a las nuevas renovables fue una interpretación interesada, promovida principalmente por este oligopolio de grandes empresas tradicionales para defender sus intereses particulares, quienes aprovecharon los fallos en la liberalización del mercado eléctrico, su falta de transparencia, así como su histórica influencia en las esferas políticas.
2. Cooperativas de energías renovables (CER) en España
La segunda parte del artículo se dedica a las CER propiamente dichas, centrándose en las estrategias que estas organizaciones han tenido que aplicar, a menudo imaginativas y basadas en la cooperación entre entidades, con el objetivo de sobrevivir en un contexto adverso.
Existen miles de cooperativas de este tipo en Europa desde los años 1970-80s, destacando países como Alemania, Holanda y Dinamarca (ver mapa de REScoop.eu para visualizar su dispersión por Europa). Particularidades del contexto español han hecho que éstas organizaciones sólo hayan aparecido recientemente: (1) una creciente concienciación social sobre un sistema eléctrico deficientemente liberalizado y aun controlado por un reducido número de empresas privadas, (2) la crisis económica del año 2008, que ha contribuido a aumentar los niveles de pobreza energética, (3) la posibilidad legal de las cooperativas de comercializar electricidad desde 2010, (4) una mayor politización de la cuestión energética desde el movimiento 15M (2011), y (5) un cambio de las políticas del gobierno español contra las renovables desde el 2012 en adelante. Las CER españolas han surgido en un contexto económico y regulatorio volátil y hostil, lo que ha condicionado estructuras organizativas y operativas específicas. Sin embargo, han logrado fortalecer su nicho: crear redes, crecer y madurar; mostrando una capacidad extraordinaria para adaptarse a diferentes escalas y eventualidades y legitimando su posición dentro del sector energético.
Se han desarrollado métodos innovadores de participación (por ejemplo aplicando técnicas online) y de inversión como la financiación de nuevas instalaciones de producción renovable mediante crowdfunding, financiación de instalaciones de autoconsumo compartido con retorno de la inversión vía ahorro en factura eléctrica (“acciones energéticas”), recuperación colectiva de instalaciones de energía renovable en quiebra, el desarrollo de plataformas para el fomento del autoconsumo entre los socios de las cooperativas, etc. Además, las CER en España colaboran entre ellas compartiendo experiencias y aprendizajes. Como ejemplo la asistencia de las más desarrolladas, Som Energia y Goiener, a las emergentes. Asimismo, también ha quedado demostrada su gran capacidad para difundir nuevas ideas tanto a nivel social y político, habiendo construido conexiones junto a otros grupos que trabajan a favor de la transición energética democrática, distribuida y democrática en España (e.g. Px1NME, Ecoo, etc.). También han demostrado su capacidad para promover el debate público sobre la cuestión energética, así como expandiendo nuevas ideas a nivel político y social. Las CER tienen un gran potencial para extender el modelo a través del país, expandiendo sus actividades más allá de la generación y abastecimiento de electricidad, así como generar nuevo conocimiento por ejemplo basado en investigación independiente de las grandes empresas tradicionales. Aunque el nicho de las CER tiene el potencial de contribuir a un cambio de régimen en el Estado, estas organizaciones no deben verse como “soluciones” en sí mismas, sino como laboratorios de prácticas de economía solidaria y como uno de los muchos pilares en los que se pueden concebir y edificar nuevas economías alterativas.
A pesar de un crecimiento y una expansión territorial relativamente rápida en los últimos años, las CER españolas todavía tienen una presencia marginal en el sistema energético del Estado. El modelo de las CER tiene que extenderse y aumentar significativamente en cantidad de energía producida y comercializada para empujar el régimen hacia una transición a renovables democrática, distribuida y sostenible. Dicho crecimiento requiere de importantes esfuerzos para mantener la componente democrática que las caracteriza y así evitar una desnaturalización e instrumentalización de los medios por los fines. En resumen, se trata por tanto del reto de transformar el sistema evitando la transformación de las CER por parte de éste.
Si se mantienen y refuerzan las actuales tendencias de colaboración entre ellas y se integran con otros grupos transformadores, la experiencia en otros países europeos muestra que la ventana de oportunidad es amplia.
Iñigo Capellán-Pérez, Álvaro Campos-Celador y Jon Terés-Zubiaga
Som Energia y EnergÉtica coop. nos hemos puesto de acuerdo para publicar este post preparado por nuestro socios-autores del trabajo científico. Si quieres ver la versión de EnergÉtica, aquí tienes un vínculo a su blog.
*Artículo original publicado en la revista Energy Policy:
Capellán-Pérez, Iñigo; Álvaro Campos-Celador; and Jon Terés-Zubiaga. “Renewable Energy Cooperatives as an Instrument towards the Energy Transition in Spain.” Energy Policy 123 (December 1, 2018): 215–29. https://doi.org/10.1016/j.enpol.2018.08.064.
La versión en castellano la puedes encontrar aquí.