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Nuestras decisiones de consumo pueden incidir en la creación de una sociedad más sostenible y más justa
En los últimos años, todos y todas hemos oído hablar de la emergencia climática. Sabemos que existe, que hay que afrontarla y que debemos hacerlo con urgencia. Además, la crisis climática no solo afecta a nuestro ecosistema, sino que también agrava las desigualdades sociales y pone en riesgo nuestra salud de forma directa. A pesar de ser conscientes de esta realidad, en nuestro día a día –pero especialmente en fechas cercanas a la Navidad– recibimos miles de mensajes que nos animan a consumir, a contratar servicios, a comprar en grandes cantidades y de manera irracional.
En contraposición al consumismo desenfrenado, el decrecimiento rechaza la obsesión por el crecimiento económico y el consumo infinito, negando su vínculo directo con el bienestar humano. Si el objetivo último del capitalismo es crecer, el decrecimiento tiene una lógica contraria; en su lugar propone una economía que priorice la sostenibilidad, la redistribución y la equidad por encima de la producción constante de bienes y servicios, incidiendo en todos los ámbitos de consumo y en todas las fases de las cadenas de suministro.
El pasado mes de noviembre, Som Energia, junto con Somos Conexión y Som Mobilitat, organizamos la [esc]hola, un espacio donde cerca de 300 personas pudieron formarse y reflexionar, entre otros temas, sobre el derecho a decrecer. Con los aprendizajes de este encuentro, y basándonos en las aportaciones de las participantes y de otras iniciativas en marcha, queremos proponeros ocho maneras de decrecer para vivir mejor sin que el planeta pague las consecuencias:
1. Alimentación
Cada día comemos y, por tanto, tomamos decisiones sobre los alimentos que compramos y consumimos. El cambio más importante en este ámbito es consumir alimentos de proximidad y de temporada. De proximidad porque reducimos intermediarios en la cadena de suministro, disminuyendo así la huella de carbono, además de beneficiar a los productores locales. De temporada porque aprovechamos todos los beneficios nutricionales, ya que los frutos maduran de forma natural, adaptándonos al ritmo de la naturaleza y no al contrario. Aún mejor si los alimentos son también de producción ecológica, pues no utilizan pesticidas que dañan la biodiversidad. Para evitar el desperdicio alimentario, podemos comprar a granel o unirnos a un grupo de consumo o supermercado cooperativo.
2. Movilidad
El transporte es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Aunque las condiciones de vida de cada persona generan necesidades concretas en el uso de medios de transporte, podemos contribuir a una movilidad más sostenible siguiendo algunos consejos. El primero tiene que ver con el ocio: eligiendo destinos cercanos evitamos el uso de aviones. Si necesitamos usar coche, prioricemos vehículos eléctricos o compartidos. Siempre que sea posible, optemos por la bicicleta o el transporte público. Y, si no tenemos más opción que usar un coche de gasolina, conduzcamos de manera eficiente y hagamos un buen mantenimiento del vehículo para ahorrar combustible y prolongar su vida útil. En la web de Som Mobilitat ofrecen más consejos y servicios de movilidad sostenible.
3. Energía
La energía es el sector con mayor impacto en el planeta, pero hay varias maneras de promover el ahorro energético en casa. La primera es cambiar a una comercializadora de energía verde como Som Energia, una cooperativa comprometida con un modelo energético 100% renovable. También podemos adoptar hábitos de consumo más responsables y apostar por la flexibilidad de la demanda, es decir, ajustar el consumo de energía a los momentos de mayor disponibilidad de energía verde. Otras medidas incluyen el uso de temporizadores en los aparatos eléctricos, buenos aislamientos térmicos y tener en cuenta el consumo energético de los electrodomésticos antes de adquirirlos.
4. Agua
El agua es un recurso escaso y está en nuestras manos hacer un uso responsable. En casa, podemos tomar medidas como reutilizar el agua de la ducha (por ejemplo, recogiendo el agua con un cubo hasta que salga caliente), reducir el consumo del inodoro (instalando un pulsador doble o un sistema de interrupción voluntaria), cerrar el grifo mientras nos enjabonamos las manos o lavamos los dientes y lavar la ropa con agua fría. Reparar grifos y pequeñas fugas también es crucial: ¡un grifo que pierde una gota por segundo supone una pérdida de 1.000 litros al mes!
5. Compras
En estas fechas, las marcas nos saturan con mensajes de ofertas, rebajas y oportunidades para comprar cosas que no necesitamos. Como alternativa al Black Friday, el último viernes de noviembre se celebra el Green Friday, un día que promueve no comprar para fomentar una sociedad más sostenible. En nuestro día a día, podemos evitar compras impulsivas reflexionando durante unos días si realmente necesitamos algo. Si es así, prioricemos reparar antes que comprar, reutilizar a través de espacios de intercambio o tiendas de segunda mano, y reciclar lo que ya no necesitamos y todavía se puede aprovechar.
6. Telecomunicaciones
Aunque parezca que las telecomunicaciones no consumen recursos, los grandes centros de datos requieren más de 100 megavatios de capacidad energética, equivalente a abastecer unas 80.000 viviendas en EE.UU. Por ejemplo, una hora de vídeo en línea genera 55 gramos de CO2 y otros usos que parecen inofensivos, como el del correo electrónico, también contaminan. Podemos reducir nuestro impacto digital haciendo pequeños cambios cotidianos, como por ejemplo disminuir el tiempo frente a pantallas, apagando el módem por la noche o limitando el envío de fotos y vídeos que enviamos. También podemos usar el modo avión más a menudo para evitar que el móvil siga consumiendo la energía necesaria para buscar las antenas. Y por último, podemos evitar comprar nuevos dispositivos: arreglándolos o comprándolos de segunda mano (reacondicionados). En el blog de la cooperativa de telecomunicacioness Somos Conexión nos cuentan cómo hacer un uso más consciente de la tecnología.
7. Hábitos generales
En todos los ámbitos de la vida podemos hacer cambios para vivir mejor sin saquear el planeta. No debemos percibirlo como una privación de consumos, sino que –como dijo la socióloga Maristella Svampa en la [esc]hola– “La transición ecosocial debe ser un deseo para todos, debe convertirse en una aspiración”. Algunos hábitos generales que podemos adquirir son la eliminación del uso de plásticos (comprando a granel, priorizando otros elementos para el hogar…), el apoyo a iniciativas que fomenten el consumo consciente, regalar experiencias inmateriales en lugar de objetos, practicar el ocio respetuoso y de proximidad o participar en una red de intercambio de conocimientos o banco del tiempo.
8. Mejor colectivamente